top of page

La batalla por el poder y la opacidad en el Senado

Rotativo

Columna EL OBSERVADOR

Por Billy Montañez

 

El escenario político mexicano vuelve a ser testigo de tensiones internas en el partido gobernante, Morena. La pugna actual entre Ricardo Monreal, coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados, y Adán Augusto López, coordinador del grupo parlamentario en el Senado, ha puesto en evidencia un entramado de intereses y contradicciones que reflejan no solo una disputa por el poder, sino también la opacidad que persiste en el manejo de los recursos legislativos. La aparición del senador Saúl Monreal en un panel televisivo de Milenio Noticias ha avivado el fuego, evidenciando que la clase política parece incapaz de enfrentar los problemas que aquejan al país.

Durante la emisión, Saúl Monreal, hermano del experimentado Ricardo Monreal, realizó una declaración que más que esclarecer, sembró más dudas sobre la transparencia en el Senado de la República. El senador afirmó que el fideicomiso de mil millones de pesos, bajo el control del presidente de la Cámara Alta, debe transparentarse. Lo que sorprende no es la exigencia en sí, sino el hecho de que, en un sexenio que se ha caracterizado por la desaparición de casi todos los fideicomisos “indispensables” —como el de desastres naturales—, este fondo legislativo ha sobrevivido y sigue siendo utilizado discrecionalmente. La pregunta obligada es: ¿por qué este fideicomiso se mantiene intocable mientras otros, de impacto social real, fueron eliminados en nombre de la austeridad?

El argumento del senador Monreal no solo revela la existencia de un fideicomiso opaco, que estuvo a cargo de su hermano Ricardo durante el sexenio pasado, sino también el grado de desinformación o ignorancia que existe incluso dentro de los propios actores políticos. En un intento por desviar la atención, Saúl Monreal responsabilizó a los partidos de oposición, acusándolos de neoliberalismo por votar en contra de reformas aprobadas sin discusión ni respeto al proceso legislativo. Sin embargo, el senador parece ignorar el verdadero significado del neoliberalismo, un concepto que no puede reducirse a una narrativa maniquea.

El gobierno actual de México, pese a su discurso antineoliberal, es una de las expresiones más puras del modelo económico que critica. Basta recordar la dependencia del país al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), piedra angular de la política económica nacional. Aquí es donde el discurso oficial tropieza con la realidad: se condena al neoliberalismo mientras se opera bajo sus reglas.

Pero más allá del discurso ideológico, lo que realmente subyace en este conflicto es una lucha por el control y la influencia dentro de Morena. Ricardo Monreal y Adán Augusto López son dos figuras con aspiraciones y proyectos personales, y su enfrentamiento no es menor. La unidad que Saúl Monreal invocó en el mismo panel televisivo suena más a un deseo que a una realidad alcanzable. Detrás del llamado a la unidad, lo que se percibe es una grieta cada vez más amplia que amenaza con fracturar al partido en el poder.

La corrupción es, sin duda, el fondo del asunto. El fideicomiso oculto en el Senado, la discrecionalidad en su manejo y la falta de explicaciones claras son síntomas de un sistema que, pese a los discursos, no ha cambiado en lo esencial. Resulta paradójico que quienes llegaron al poder prometiendo erradicar la corrupción, hoy se vean envueltos en escándalos que demuestran lo contrario.

El hecho de que esta disputa se haga pública también revela una incapacidad preocupante por parte de los actores involucrados para encontrar una salida que no los dañe. La confrontación entre Ricardo Monreal y Adán Augusto López, lejos de fortalecer a Morena, lo debilita y ofrece a la oposición una oportunidad invaluable para capitalizar el descontento y las contradicciones del gobierno actual.

Mientras tanto, el deterioro en la imagen del partido gobernante es evidente. Las pugnas internas, lejos de resolverse en privado, han escalado hasta convertirse en un espectáculo público que deja al descubierto no solo las diferencias políticas, sino también la ausencia de liderazgo capaz de conciliar intereses y poner orden. El costo de este conflicto no solo lo pagará Morena, sino también el país, que necesita un poder legislativo eficiente, transparente y centrado en resolver los problemas reales de la nación.

La declaración de Saúl Monreal, más que contribuir al debate, expuso las carencias y limitaciones de una clase política que parece más preocupada por ganar batallas internas que por cumplir con su responsabilidad pública. El fideicomiso en el Senado debe transparentarse, no solo porque así lo exigen los principios democráticos, sino porque es un acto de congruencia con el discurso que Morena ha sostenido desde su llegada al poder.

En conclusión, el conflicto entre Ricardo Monreal y Adán Augusto López, y las desafortunadas intervenciones de Saúl Monreal, no son más que un reflejo de una lucha por el poder que, al evidenciarse, también deja expuestas las contradicciones, la opacidad y la falta de autocrítica de un partido que prometió ser diferente, pero que cada vez se parece más a aquello que juró combatir.

49 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page