FORO AGRARIO MÉXICO
*Reynaldo Magaña
Con la doctora Claudia Sheinbaum a punto de asumir la presidencia, el sector agrario de México se enfrenta a un momento crucial. La administración entrante ha dejado entrever su intención de revitalizar el campo mexicano, pero la ausencia de un plan de organización para la producción podría convertirse en un obstáculo significativo para alcanzar el éxito deseado.
La falta de un régimen ejidal actualizado que se adapte a la dinámica actual de apertura de mercados y eficiencia productiva es una problemática que debe atenderse urgentemente. El modelo ejidal, aunque históricamente ha sido fundamental para la distribución de la tierra en México, requiere una modernización que permita a los productores rurales competir en un mercado globalizado. Sin esta actualización, cualquier esfuerzo gubernamental podría quedar mermado por las restricciones inherentes del sistema actual.
La Demanda de Crédito Rural
Los propietarios de terrenos rurales están clamando por una atención específica que considere sus necesidades y desafíos únicos. Una de las demandas más destacadas es la creación de una banca especializada que atienda la demanda de crédito rural con tasas de interés competitivas. Esta banca sería un pilar fundamental para asegurar la oportunidad en el uso de los recursos, permitiendo a los productores rurales invertir en tecnología, infraestructura y procesos que incrementen su productividad.
Estímulos y Subsidios: Un Enfoque Equilibrado
La historia reciente del campo mexicano ha demostrado que los estímulos a la producción y los subsidios pueden tener efectos contraproducentes si no se administran adecuadamente. El ejemplo de PROCAMPO, que en su momento generó un sector rural dependiente y obeso productivamente, es una lección que no debe olvidarse. La clave está en diseñar mecanismos de apoyo que no fomenten la dependencia, sino que incentiven la autosuficiencia y la eficiencia; otorgarlos es fundamental. En la mayoría de los países del mundo, especialmente los más desarrollados, se otorgan subsidios que alientan la producción y la productividad.
Organización para la Producción
Un elemento esencial para el éxito de cualquier política agraria es la organización de los productores rurales. Las figuras asociativas contempladas en la ley agraria, como las Asociaciones Rurales de Interés Colectivo (ARIC), las Uniones de Ejidos y las Sociedades de Producción Rural, tienen un potencial significativo que ha sido subutilizado. Estas asociaciones pueden facilitar el acceso al crédito, la recepción de subsidios y la implementación de proyectos productivos. Sin embargo, las dependencias encargadas de fomentarlas, como la SADER, la Procuraduría Agraria y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, no han desarrollado planes específicos para su promoción y coordinación.
Organizar a los productores rurales bajo estas figuras asociativas puede incrementar considerablemente el nivel de bienestar de la gente del campo. Las Uniones de Ejidos y las ARIC’s pueden actuar como garantes para la supervisión y seguimiento del crédito, así como para la recepción de subsidios. Además, pueden facilitar la aportación de recursos necesarios para complementar los proyectos productivos, algo que muchos productores no pueden hacer de manera individual debido a la falta de efectivo.
Propuestas para una Nueva Gestión Agraria
Para materializar estas propuestas, es fundamental que la SADER cree una oficina especializada en promover y coordinar la constitución de estas figuras asociativas de segundo grado. Esta oficina debe estar vinculada con las fuentes de financiamiento, otorgando facilidades y estímulos a los productores organizados. Además, es necesario implementar programas de desarrollo regional donde los diferentes órdenes de gobierno trabajen de manera transversal, desarrollando zonas o regiones específicas y facilitando el éxito de los productores organizados.
El éxito del campo mexicano bajo la administración de Claudia Sheinbaum dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para organizar y modernizar el sector agrario. La creación de una banca especializada, el diseño de estímulos y subsidios bien estructurados, y la promoción de figuras asociativas robustas son pasos fundamentales para lograrlo. Este enfoque integral no solo permitirá mejorar la productividad y competitividad del campo mexicano, sino que también contribuirá al bienestar y la estabilidad económica de las comunidades rurales.
En conclusión, la visión de la nueva presidenta para el campo mexicano debe ir más allá de las buenas intenciones y traducirse en políticas concretas que promuevan la organización, el financiamiento y el desarrollo regional. Solo así se podrá asegurar un futuro próspero y sostenible para el sector agrario en México.
*El autor es especialista en derecho agrario
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